Los pueblos andinos mantienen una estrecha relación con el lugar en que viven, con la naturaleza que los rodea. Se considera que la tierra, los cerros, los ríos, los manantiales, el trueno son seres poderosos, que influyen en la vida humana. Lo mismo ocurre con los ancestros o antepasados, quienes tienen el poder de ayudar o perjudicar a los vivos. Por ello, los andinos realizan rituales periódicos en que invocan, recuerdan con cariño y comparten alimentos y bebidas con estos seres.
En el pueblo Aymara existe el culto a los achachilas o mallcus, que son los espíritus de las montañas nevadas que rodean sus pueblos. Los mallcus tienen nombre propio y pueden ser hombre o mujer. Se les invoca en situaciones de crisis, tanto de la comunidad como personales. Una vez al año la comunidad celebra a estos cerros y sube a ellos, ahí realiza un ritual en que se hace una wilancha (sacrificio de llama), con quema de objetos y sahumerios, mientras se consume hojas de coca y alcohol, se dicen oraciones, se come y se baila. Allí el sabio de la comunidad habla con el cerro, pidiéndole soluciones a los problemas de la comunidad y abundancia de aguas.
La pachamama, la madre tierra, es venerada como la madre fértil y universal, que alimenta toda la vida del mundo. Es recordada en todas las ocasiones rituales, cada vez que los hombres beben alcohol dan un trago a la tierra, y cada vez que se comparten las hojas de coca, se dan hojas a la tierra.