Los inkas celebraban el paso de la niñez a la juventud de los varones con una ceremonia que se llamaba huarachicuy. Es lo que se llama un “rito de pasaje”. Se realizaba en los meses de febrero y noviembre y duraba más de sesenta días. En esta celebración participaban jóvenes de once a catorce años, los que debían realizar sacrificios a los dioses, ayunos y pruebas físicas de valor, destreza y riesgo. Los niños se vestían con ropas especiales y se les entregaba la huara, especie de taparrabo usado por los adultos, simbolizando con ello que dejaban de ser niños. En ese momento recibían armas para defender al Inka. A los nobles además se les perforaban las orejas y se les cortaba el pelo. Aún hoy, todos los años se realiza la ceremonia del Huarachico, en la fortaleza de Sacsayhuamán, con la participación de cientos de escolares, que corren, saltan y compiten en habilidad física.