Desde muy chicos a los niños y niñas mayas se les provocaba algunas deformaciones en sus cuerpos para que, según ellos, se vieran más hermosos. Los mayas consideraban que había que tener la frente aplanada hacia atrás y el cráneo alargado, lo cual se conseguía colocando unas tablas en las cabezas de los recién nacidos que se iban apretando hasta obtener la forma deseada. Estas tablas se iban apretando y cambiando a medida que el niño crecía, durante varios años. También se les colgaba desde el cabello una tira que llevaba en su extremo un objeto redondo. El niño tendía a observarlo y, con el tiempo, se volvía turnio o bizco. También se limaban los dientes para incrustar pequeñas plaquitas de jade. Se colgaban aros del lóbulo de la oreja y se tatuaban el cuerpo con hermosos dibujos.