Los selk`nam (extremo sur de América, 1600-1900 d.C.) se enfrentaban a situaciones de guerra cuando un grupo de cazadores ingresaba a territorios de caza de otro grupo, o cuando raptaban mujeres a los yámana, sus vecinos del norte.
Las principales armas de los selk`nam eran el arco y la flecha, y la honda. Como estrategia de combate usaban los ataques por sorpresa, enviando una lluvia de flechas a sus desprevenidos enemigos. Luego la lucha continuaba con garrotes, piedras y cuchillos. En la lucha había un desorden total. Los guerreros se defendían envolviendo su brazo con una piel de guanaco, a modo de escudo. Cada atacante era acompañado por un ayudante que le llevaba una carga de flechas. Cuando éstas se acababan, se usaban las hondas. Arrasaban y quemaban el campamento enemigo, y nunca se volvía a poblar un campamento destruido.
La guerra fue parte importante del pueblo Moche (costa norte de Perú, 1-700 d.C.). Construcciones fortificadas, armas, cabezas trofeo e imágenes de guerreros surgen con fuerza en este período. Se guerreaba para conquistar nuevos territorios y conseguir pago de tributos, pero también había luchas internas por el poder. Estos últimos conflictos afectaron la estabilidad interna y es posible que fuera una de las causas, junto a las sequías, que influyó en la caída de la cultura Moche. La autoridad estaba centrada en el poder religioso-militar, y los guerreros formaban parte de los grupos dirigentes.
El Señor de Sipán y el Sacerdote han sido identificados como los personajes que aparecen representados en una escena conocida como la” Ceremonia del Sacrificio”. Esta es una de las escenas rituales más importantes de la cultura Moche y fue representada en la cerámica y en un mural pintado del Templo de Pañamarca. En ella aparecen cuatro personajes principales. El más importante es un hombre vestido con un traje del que salen rayos de la cabeza. Usa un casco cónico, nariguera, aros grandes y circulares. Tiene un perro a sus pies. El Señor de Sipán ha sido identificado con este personaje pues viste el mismo atuendo recién descrito y que tenía un perro a sus pies. Por otro lado, el atuendo y los objetos encontrados en la tumba del Sacerdote han hecho que éste sea identificado con el otro personaje de la Ceremonia del Sacrificio, mitad pájaro y mitad hombre, que sostiene una copa con sangre. Gracias al hallazgo del Señor de Sipán, los arqueólogos creen que la escena de la Ceremonia del Sacrificio representada en el arte Moche, sería un hecho real. Los señores y sacerdotes moche se vestían con sus atuendos ceremoniales para realizar sus rituales y beber la sangre de los prisioneros.
En las representaciones de guerra de los moche aparecen escenas de guerreros en combate. Al enemigo derrotado se le muestra recibiendo un golpe, sangrando la nariz, o perdiendo parte de su tocado y de otras partes de su atuendo. Le ponían una cuerda alrededor del cuello y sus manos eran amarradas hacia atrás. La ropa y armas del prisionero eran amarradas y colgadas al hombro del guerrero vencedor. El prisionero era obligado a caminar adelante, y era llevado hasta un personaje Moche de alto rango.
Hacia 1450 d.C. los inkas extendieron su territorio hacia el sur. Al llegar al río Maule, cerca de la ciudad de Talca, se encontraron con un grupo de indígenas que les opuso gran resistencia, impidiéndoles avanzar. Eran los mapuche, que fueron llamados aukas por los inkas (salvajes, rebeldes, en lengua quechua).
Esta misma experiencia vivieron posteriormente los españoles, quienes, al mando de Pedro de Valdivia, no fueron capaces de establecer dominio sobre estos territorios, pues continuamente recibían ataques y sufrían la destrucción de las ciudades que fundaban.
En períodos de guerra, los mapuche se organizaban eligiendo un toki, guerrero que se había destacado en la lucha y en su don de mando. El toki tenía la jefatura de varios grupos e incluso de regiones. La guerra fue muy importante en la vida de los mapuche, con ella se obtenía prestigio, sustento y mujeres.
Una vez que Chile se independizó de España en 1810, continuó la lucha contra los mapuche. Esta guerra, primero contra españoles y luego contra chilenos, duró 300 años y se conoció como la Guerra de Arauco.
El poderoso ejército Inka, que dominó a tantos pueblos de América, no pudo vencer la resistencia del pueblo mapuche, que los detuvo en las riberas del río Maule, centro de Chile. En el límite sur del Imperio se construyó el pukara o fortaleza de Chena en San Bernardo y el pukara de La Compañía cerca de Rancagua. En el pukara de Chena se ha encontrado un área de cementerio con esqueletos que presentan evidencias de violencia, como cráneos partidos, que dan testimonio de los enfrentamientos que hubo en el lugar.
Los inkas desarrollaron un gran ejército que les permitió conquistar a muchos pueblos y así formar un gran Imperio que abarcó desde Ecuador a Chile. La jefatura suprema del ejército estaba en manos del Rey Inka. A continuación en la línea de mando venían los generales, que eran nobles. Todos los hombres entre los 15 y los 50 años debían formar parte del ejército.
Las armas que usaban eran la estólica o lanzadardos, la honda, la maza y la macana, que es un palo de madera muy pesado de filos cortantes. Usaban armaduras de algodón, cascos de madera, piel o tela, corazas de tablillas de madera y escudos de piel. Los guerreros se pintaban el rostro de colores rojo y negro para infundir temor al enemigo.
En general el ataque se concentraba sobre los jefes contrarios, pues si eran capturados, sus tropas rápidamente se rendían.
Primero actuaban los honderos, luego los arqueros y los lanzadardos y a continuación se desarrollaba el combate cuerpo a cuerpo.
El poderoso ejército Inka, que dominó a tantos pueblos de América, no pudo vencer la resistencia del pueblo mapuche, que los detuvo en las riberas del río Maule, centro de Chile. En el límite sur del Imperio se construyó el pukara o fortaleza de Chena en San Bernardo y el pukara de La Compañía cerca de Rancagua. En el pukara de Chena se ha encontrado un área de cementerio con esqueletos que presentan evidencias de violencia, como cráneos partidos, que dan testimonio de los enfrentamientos que hubo en el lugar.
En más de una ocasión el ejército Inka logró vencer a través de la diplomacia, sin entrar en combate. Convencían a sus enemigos que era más conveniente ser parte del Imperio que pelear contra ellos. Ofrecían regalos a los hombres importantes, recordándoles la fama que los inkas habían alcanzado como guerreros y como gobernantes. Si esto no daba resultado, declaraban la guerra y hacían actuar a su ejército.
Los aztecas tenían un poderoso ejército que les permitió dominar a muchos pueblos y formar así un gran imperio. Las guerras se realizaban porque gracias a ellas el Imperio crecía, anexando nuevos pueblos y territorios a sus dominios. También la guerra estaba relacionada con las creencias religiosas. Muchas de ellas se llevaban a cabo para capturar prisioneros que serían sacrificados a los dioses, lo que se llamó la “guerra florida”. Según las creencias Aztecas los dioses se alimentaban de la sangre de los sacrificados, y gracias a ello el sol podía salir cada mañana y así la vida continuaba.
Los jóvenes del pueblo ingresaban a las escuelas telpochcalli y allí recibían preparación militar. Por su parte, los jóvenes nobles estudiaban en las escuelas calmecac, donde se preparaban para ser oficiales.
Dentro del ejército existían cuatro órdenes militares: Caballeros Jaguar y Caballeros Águila, eran las más importantes pues a ellas pertenecían los nobles.
Los azteca hacían muchas ceremonias religiosas, algunas duraban dos, diez, o veinte días. Todos los meses celebraban con danzas, música, cantos, comidas y vestimentas especiales. La ceremonia del Joven del dios Tezcatlipoca se realizaba durante el quinto mes, llamado Tóxcatl.
Entre los jóvenes tomados prisioneros en las guerras se escogía al más bello y durante un año se le daba una educación especial, se le trataba como príncipe, todos lo respetaban y admiraban. Paseaba por las calles tocando sus flautas de cerámica, vestido con hermosos trajes y acompañado de sirvientes. Veinte días antes de la fiesta, se le casaba con cuatro doncellas. Cinco días antes de la celebración, él y la corte hacían solemnes banquetes, danzas y fiestas. Cuando llegaba el día, el Joven era llevado a un templo, y comenzaba a subir los peldaños de la gran escalera. En el primer peldaño rompía una de sus flautas, seguía subiendo y en el segundo peldaño rompía otra flauta, y así en cada peldaño que subía rompía una flauta, hasta llegar a la cima del templo. Allí arriba, un sacerdote le arrancaba el corazón e invocaba a Tezcatlipoca, el gran dios. Los aztecas creían que con este sacrificio asegurarían las lluvias y el bienestar del pueblo.
Los aztecas se imaginaban la sangre como flores y el campo de batalla como un jardín de flores. La “guerra florida” consistía en una declaración de guerra permanente con pueblos vecinos, con el único objetivo de capturar prisioneros para el sacrificio. Para que te hagas una idea de lo que pudo haber sentido un guerrero capturado, te sugerimos que leas el cuento “La noche boca arriba” de Julio Cortázar.
Las batallas se desarrollaban en campo abierto, pero también se usaban las emboscadas.
Una vez declarada la guerra, ésta era muy cruel e incluía a la población civil, finalizando con el incendio del templo de la ciudad conquistada.
Las armas usadas eran el maquahuitl, un bastón de madera con afiladas hojas de obsidiana incrustadas en él, flechas y dardos con puntas de piedra tallada, lanzas, escudos de madera y ropa de algodón acolchado.
Los guerreros comunes sólo se cubrían con un taparrabos, en cambio los oficiales usaban elaborados trajes con vistosos adornos de plumas.