El sentimiento de derrota y desolación que sintieron los pueblos mayas con la conquista española quedó escrito en el Libro Chilam Balam de Chumayel. Este poema fue escrito cuando fueron derrotados finalmente después de casi 20 años de lucha:
Entonces todo era bueno
y entonces los dioses fueron abatidos.
Había en ellos sabiduría.
No había entonces pecado…
No había entonces enfermedad,
no había dolor de huesos,
no había fiebre para ellos,
no había viruelas…
Rectamente erguido iba su cuerpo entonces.
No fue así lo que hicieron los dzules
cuando llegaron aquí.
Ellos enseñaron el miedo,
vinieron a marchitar las flores.
¡Castrar al sol¡
Eso vinieron a hacer aquí los dzules.
Nos cristianizaron,
pero nos hacen pasar de unos
a otros como animales.
Dios está ofendido de los chupadores.
En el mundo mapuche la capacidad de hablar bien, de expresar correcta y hermosamente los pensamientos es un arte muy importante. Los poemas no son recitados, si no cantados. Hay poemas relacionados al mundo de lo sagrado, llamados tayul, que cantan las machis en sus ceremonias invocando a los espíritus. Hay otros relacionados a la vida cotidiana, al amor, la historia, la filosofía, son los llamados gul. Actualmente hay varios poetas mapuche que han sido reconocidos por su obra poética a nivel internacional.
Afuera
el trueno da vueltas su caballo por las montañas
un weche-wentru en el medio del cielo
se ha dormido y cae sobre la tierra
Se derrite su corazón como el hielo
Se agrandan sus palabras
en el medio de las montañas
El tren tren lo observa desde la distancia
Lleu-lleu
gritan las aves dando vida a sus aguas
Lleu-lleu viajan desde el cielo
grandes nubes se amontonan sobre su cabeza.
Desde su ombligo nace un cerro
Allí se salvarán los mapuches
dice en su canto la antigua machi
Me encontré con mi propia sombra
esta tarde, ella
iba caminando entre los árboles
recordando otras sombras,
fantasías, ilusiones
que yo mismo levanté alguna vez
sobre los solitarios riscos.
Mi sombra estaba durmiendo en el
estero
que salía a recorrer cuando niño
sobre la quietud y el silencio
de las quilas.
Me encontré esta tarde con mi sombra
pensando que yo había desaparecido.
Toda la tierra es una sola alma,
somos parte de ella.
No podrán morir nuestras almas.
Cambiar, sí pueden;
pero no apagarse.
Somos una sola alma
como hay un solo mundo.
Entre la nobleza Inka había gran interés por el arte. Existían los amautas, que eran filósofos, consejeros, historiadores, y autores de obras de teatro, comedias y tragedias, que eran presentadas en solemnes fiestas ante los reyes y la nobleza. Los amautas tenían la misión de memorizar la historia del imperio y de conservar y difundir las tradiciones. Eran además quienes componían los himnos para los dioses, llamados jaillis.
También existían los arawikus, que eran los poetas que creaban los cantos populares, de amor, felicidad o dolor.Estos poemas se llamaban arawis. Todo este conocimiento era guardado en la memoria y trasmitido oralmente.
Yo criaba a mi paloma
y de veras la quería.
¿por qué me abandona ahora,
si en nada pude agraviarla?
Noche y día la he buscado;
con el corazón doliente
preguntaba a cada piedra:
¿no viste a mi enamorada?
Padre Sol, tú has de alumbrarme,
que será todo luto y sombras
cuando, como dos estrellas,
sus ojos ya no me miren.
No te dije que sembraras esa flor
Aquí o allá,
Cuando aún no estaba lloviendo,
Aquí o allá.
Yo sí que puedo sembrarla
Aquí o allá,
Regándola con mi llanto
Aquí o allá.
Soy moza, noble y conocida
Aquí o allá,
Devuélveme el amor que yo te di
Aquí o allá.
¡Oh Wiracocha,
tú eres quien ordena
que se haga el día y la noche,
que amanezca y brille la luz!
¡A tu hijo, el Sol,
lentamente hazlo caminar
en el limpio cielo
para que benéficamente
alumbre al hombre
que es tu criatura!
¡Oh Wiracocha,
mientras el sol se oculte
en la noche a los hombres
que apacientas,
dales serena
y apacible luz lunar!
¡Alúmbralos, sin enfermarlos,
sin causarles molestias,
antes bien, presérvalos en paz
y libres de cuidados!
Debido a la importancia que se daba al canto y a la poesía entre los aztecas, existía una escuela especialmente dedicada a su enseñanza, el cuicacalli o casa de canto, una especie de academia de bellas artes. Existían poemas que hablaban sobre el sentido de la vida y la muerte, poemas para los dioses, poemas sobre el amor y la belleza, y poemas que guardaban la historia del imperio. En las casas de los nobles habían poetas-cantores que se encargaban de componer y relatar las proezas de sus antepasados, sus batallas, victorias, y sus linajes, etc. Todo era guardado en la memoria, y también improvisado. La poesía era tan importante entre los aztecas, que el rey debía tener tres atributos: ser rey, ser poeta, y ser sacerdote.
La palabra cuícatl significa al mismo tiempo canto y poema, y el signo azteca que expresa este concepto es una voluta adornada con flores, que sale de la boca del poeta, es decir, una palabra florida.
Uno de los poetas aztecas más famosos fue Nezahualcóyotl, rey de Texcoco, quien afirmaba que la poesía era una instancia de comunicación con lo divino, pues en el momento de crear, la divinidad invadía su corazón y lo hacía decir cosas bellas. Aquí hay
El Arbol Florido
No acabarán mis flores,
No acabarán mis cantos:
Yo los elevo: soy un cantor.
Se esparcen, se derraman,
Amarillecen las flores:
Son llevadas al interior de lo dorado.
Flores de cuervo, flores de manita
Tú esparces, tú haces caer
en medio de las flores.
Ah, sí: yo soy feliz,
Yo el príncipe Nezahualcóyotl
Juntando estoy joyas, anchos penachos de quetzal,
Estoy contemplando el rostro de los jades:
¡Son los príncipes¡
Viendo estoy el rostro de Águilas y Tigres,
Estoy contemplando el rostro de jades y joyas.