Los pueblos del extremo sur de América (kawashqar, aonikenk, selk´nam, yámana) tenían muy pocos bienes materiales. No conocían la cerámica, ni la metalurgia, ni los textiles. Sin embargo, desarrollaron con gran maestría la técnica de la cestería. Hicieron canastos de variadas formas, tamaños y técnicas en los que almacenaban y transportaban sus alimentos y cosas. Los canastos de la fotografía fueron hechos por artesanos kawashqar durante el siglo XIX.
Hay muchas técnicas para realizar cestería. Una de ellas es la técnica de espiral. Muchos de los cestos encontrados en el norte de Chile están hechos con esta técnica, que es una de las más simples y antiguas. Se necesitan dos materiales vegetales, uno más consistente, que sirve para formar el esqueleto o interior del canasto, y el otro, muy flexible, que envuelve el esqueleto. Se comienza con un pequeño disco, que es el centro del canasto, y luego se avanza en forma espiralada hasta completar el cesto. En la fotografía se muestran unos cestos del período formativo del norte de Chile (500-200 a.C.).
Desde tiempos muy antiguos, miles de años antes de la introducción del hilado y tejido de lana y algodón, los habitantes del territorio andino utilizaban diversas fibras vegetales para fabricar sus objetos. Son muy pocos los cestos precolombinos que se han conservado hasta la actualidad, debido a que los materiales con que fueron hechos se descomponen con el paso del tiempo. La cestería más antigua que se ha registrado en los Andes es de hace 10 mil años, encontrada en la sierra del Perú.
Para los trabajos de cestería, cada pueblo utilizaba los materiales que tenía a su disposición: fibras largas que obtenían de pastos, raíces, bambúes, juncos, cortezas de árboles y otros. Son muchas las fibras vegetales que pueden usarse para realizar cestería. Lo importante es saber cómo.
Uno de los objetos de cestería más comunes que realizaron los antiguos americanos fueron canastos de todo tipo de formas y tamaños, que servían para almacenar y transportar cosas. Además fabricaron cunas de guagua, sandalias, esteras, peinetas e incluso grandes canastos donde enterraban a sus muertos (como en las culturas Parakas, del sur de Perú y Faldas del Morro, en el norte de Chile).
En esta fotografía se ve un bote construido con fibras vegetales en las islas del lago Titicaca, Perú. Este bote, usado todavía por los isleños, está fabricado siguiendo las técnicas antiguas.
Entre las herramientas que utilizaban los mineros andinos se encuentran capachos y cestos hechos con fibras vegetales. Los mineros usaban cestos para recoger el mineral que extraían del interior de la mina. Luego, el mineral era transportado a los hornos de fundición en grandes canastos llamados capachos que cargaban a la espalda sujetos en la frente con la ayuda de una faja.
El arte de la cestería se desarrolló en Mesoamérica desde tiempos muy antiguos. En los lagos de las tierras altas existían grandes cantidades de fibras vegetales que les sirvieron para realizar cestos Los mesoamericanos usaron fibras de las hojas de palmas, cactus y especialmente las hojas del maguey. En el mercado Azteca de Tenochtitlán se usaban y vendían canastos de muchas formas y tamaños, para transportar productos, almacenar granos y guardar todo tipo de comidas. Los cestos más finos eran usados para guardar objetos de valor como joyas. También existían los tejedores de esteras llamadas petlatl. Las esteras eran muy usadas tanto en las casas de los nobles como en las de la gente común, donde las actividades se desarrollaban en el suelo. La imagen del códice muestra una ceremonia de matrimonio que se celebra sobre una estera.