Quetzalcóatl o la serpiente emplumada es un animal fantástico presente desde los inicios del desarrollo cultural en Mesoamérica. Para los olmeca, la serpiente-ave era un animal con alas que simbolizaba la lluvia. Para los teotihuacanos y los aztecas, Quetzalcóatl era la serpiente-pájaro de plumas preciosas, siendo al mismo tiempo un ser espiritual, (cielo-lluvia), y material (tierra, vegetación). Estaba relacionada con el trueno, el relámpago, el rayo, la lluvia, la vegetación, la abundancia, la fertilidad, el alimento, la vida.
Los aztecas creían que habían existido cuatro períodos o soles. Todos ellos terminaron de manera catastrófica. Cuando llegaron los españoles, los aztecas se encontraban en el quinto período, y creían que este acabaría con terremotos y monstruos que matarían a los humanos.
Según la mitología Azteca, fue Quetzalcoatl quien dio vida a los hombres, reuniendo los huesos de los hombres muertos en las eras anteriores, y dándoles vida con su propia sangre. El nuevo sol y la nueva luna también habrían sido creados por el sacrificio de los dioses. En honor a sus dioses, los aztecas debían realizar una enorme cantidad de ritos, siendo el sacrificio humano uno de los más importantes.
Quetzalcóatl, dios de la naturaleza, fue adorado por los aztecas y estaba relacionado con la estrella de la mañana (Venus), el viento (Ehécatl) y el sol (Nanahuatzín). Para los aztecas representaba a un rey-sacerdote mitológico creador de la escritura, el calendario y el arte. La historia mitológica azteca cuenta que Quetzalcóatl, el antiguo rey sabio, no aceptó nunca los sacrificios humanos. Al parecer trató de prohibir estas prácticas pero fue vencido por su enemigo, el dios Tezcatlipoca. Debido a su derrota abandonó la ciudad y se dirigió a la costa, donde se lanzó a una hoguera y se transformó en el lucero del alba (Venus). Otras versiones de esta historia cuentan que se alejó por el mar prometiendo volver algún día. Esta fue la razón por la que los aztecas creyeron, al ver a los españoles llegar desde el mar, que era Quetzalcóatl que volvía.
En la cultura Chavín (Sierra peruana, 1000 – 400 a.C.) se representaron seres fantásticos esculpidos en piedra que combinan atributos humanos con características de animales. Hay seres que tienen cuerpo, piernas y brazos humanos, y boca, pies y manos de felino, además de pelo formado por serpientes. También aparecen caimanes, águilas y halcones que tienen bocas con dientes de felinos. Estos seres mitológicos formaban parte de las creencias Chavín, y tuvieron gran influencia en las culturas posteriores del área andina.
Chavín de Huantar fue un centro ceremonial de gran importancia en los Andes.
A través de las esculturas en piedra, de la cerámica y de los textiles que el pueblo Chavín realizó, los arqueólogos han podido estudiar cuáles eran sus creencias. En las piedras se encuentran dibujos de seres con características de felinos, caimanes, serpientes y águilas. Estos animales tuvieron gran importancia en la religión de este pueblo porque eran fuertes, poderosos, rápidos, y grandes depredadores. Las plantas alucinógenas, como el cactus San Pedro, también aparecen representadas en varias esculturas, y podrían estar relacionadas con los rituales y los chamanes, quienes adquirían en esas ocasiones, algunas características de estos animales.
En esta botella Chavín se han representado a dos serpientes con cabeza de felino, animal que no existe en la naturaleza. Es posible que los alfareros se hayan inspirado en la nutria de mar, especie semi-acuática semejante a una serpiente con cara de felino. También se cree que podría representar a un ser imaginario o fantástico, simbolizando la combinación de ambos animales, considerados poderosos y sagrados por los antiguos pueblos andinos.
Este recipiente Chavín para ceremonias religiosas representa dos animales: una rana y un felino. Se cree que este recipiente fue usado en ritos donde se pedía lluvia, ya que la rana significaba para los antiguos andinos fertilidad y humedad. Sus atributos felinos le darían el carácter de animal divino o fantástico.
Si a esta pieza se le echa agua, ésta desaparece por tres hoyitos que conectan su fondo con una cavidad oculta. Al observar el interior de la pieza pareciera que está vacío. Pero al dar vuelta la pieza, el agua cae dando la impresión de que la rana-felino es capaz de producir agua de la nada.
En las cerámicas, textiles, geoglifos y calabazas Nasca (costa sur de Perú, 100 a.C. – 700 d.C.) se representan criaturas fantásticas. Algunos de estos seres están asociados a los productos agrícolas. La Arpía, el Pájaro Horrible, el Gato Moteado, la Orca, el Cosechador, la Criatura Serpentina y el Ser Antropomorfo, llamados así por los arqueólogos, constituyen parte de la galería de seres fantásticos que poblaron el universo mítico de esta sociedad de la costa sur del Perú.
El Gato Moteado y la Criatura Serpentina son animales que viven sobre la tierra y a veces portan frutos como legumbres, pallares, lúcuma, yuca y maíz.
Otro grupo de seres está formado por los que llevan o se asocian a “cabezas-trofeos” y tienen plumas en sus cuerpos. Entre ellos destacan el Pájaro Horrible, la Arpía y la Orca.
A la figura de la fotografía se le ha denominado Pájaro Horrible. Se trata de un animal emplumado semejante a un halcón, que aparece normalmente alimentándose de partes del cuerpo humano, en especial cabezas humanas cortadas.
Uno de los temas más frecuentes en el arte prehispánico andino es un personaje que lleva un hacha en una mano y una cabeza humana en la otra. Muchos arqueólogos piensan que se trata de un ser mítico, no de un personaje real. Mito o realidad, la verdad es que se han encontrado cuerpos sin cabeza y cabezas sin cuerpos en los cementerios de casi todas las culturas andinas. Las cabezas tienen una cuerda para transportarlas y la mayoría son de hombres adultos, lo que sugiere que pertenecieron a guerreros y que fueron conservadas como trofeos de combate. Las cabezas cortadas también se relacionan con ritos de fertilidad de la tierra. En algunos dibujos de la cultura Nasca, se han representado cabezas humanas, de las cuales salen plantas, como si fueran semillas que germinan. En la fotografía de esta pieza de la cultura Moche se ve a un hombre con una cabeza cortada en la mano izquierda y un hacha en la derecha.
El Ser Antropomorfo Nasca es una figura con apariencia humana que lleva una nariguera y un tocado. Normalmente porta un mazo en una mano y una cabeza humana en la otra.
El Ser Antropomorfo se transforma tomando características de criatura fantástica. Cuando esto ocurre, las cabezas-trofeos se cambian por productos agrícolas. Esto significa que este ser tiene el poder de transformar la muerte humana en vida vegetal. Como se aprecia en el dibujo de la fotografía –sacado de una vasija Nasca- aparece el Ser Antropomorfo con una cabeza trofeo en su parte posterior. Desde la boca de esta cabeza sale una planta de maíz. Por ello, se piensa que era una deidad agrícola.
(imagen de mala calidad)
En estas piezas aparece representada la orca, de manera muy naturalista. En otras representaciones la orca aparece llevando un cuchillo de hoja triangular o una cabeza humana cortada. En ocasiones aparece con un pez atrapado entre los dientes. Esta orca ha sido también representada con plumas debido –suponen los arqueólogos- a su capacidad de atrapar pájaros saltando fuera del agua. Además, la orca estaba asociada al ciclo del agua, que era muy valorada por los antiguos nascas, habitantes de uno de los desiertos más secos del mundo. Por esto la orca era considerada una deidad y periódicamente se celebraban rituales en su honor.
Las representaciones de las criaturas fantásticas Nasca fueron cambiando a través del tiempo. Así, la orca que en un comienzo se reconocía fácilmente, como muestra la pieza de la fotografía, fue evolucionando hasta terminar en una figura muy abstracta y poco reconocible, como se aprecia en esta pieza.
Muchos animales aparecen en el arte precolombino en forma humanizada, es decir, tienen características humanas. Son criaturas especiales, fantásticas, que no existen en la realidad. En la cerámica Moche (costa norte de Perú, 1-700 d.C.) encontramos representaciones de hombres con cuerpo de cangrejo, hombres guerreros con pico y alas de colibrí, peces con piernas humanas, hombres con espinas de erizo, hombres guerreros con alas y pico de búho. También existen dibujos en que se mezclan dos o más animales, como una concha marina con cabeza de felino, o un felino con dientes en la espalda y cola de serpiente. No sabemos si estos dibujos representan seres humanos vestidos con trajes de animales fantásticos, o eran seres imaginarios que formaban parte de las creencias religiosas de este pueblo.
Los guerreros Moche que han sido representados en cerámicas y objetos de metal, y se reconocen por ir protegidos con cascos y escudos y llevar en las manos mazas, lanzas o propulsores de dardos. Muchas veces son representados en actitud de combate o formando parte protagónica de las ceremonias. La abundante presencia de guerreros en el arte Moche los muestra en combates que se enfrentaban individualmente y no en ejércitos. Uno de los guerreros mejor conocidos es el llamado Señor de Sipán, cuya tumba muestra el alto rango de este noble guerrero, que fue enterrado junto a un impresionante despliegue de poder y riquezas.
No sólo habían hombres animales, también la imaginación moche creó hombres vegetales, como los guerreros-poroto, con cuerpo de poroto, cabeza de animal y piernas humanas. ¿Qué similitudes y diferencias encuentras en estos guerreros-porotos y los guerreros moche? Búscalas.